Vive el domingo. En
vacaciones, el domingo sigue siendo el día del Señor y Dios no se va de
vacaciones. Acude el domingo a la Misa. Ahora tienes además más tiempo
libre.
Vive la vida. La vida
es el gran don de Dios. No hagas peligrar tu propia vida y evita riesgos
en la vida de los demás. Cuidado también con los desplazamientos en
coche.
Vive la justicia. No
esperes que todo te lo den hecho. Otros trabajan para que tú tengas
vacaciones. Ellos también tienen sus derechos. Respétalos y respeta sus
bienes.
Vive el descanso: la fatiga y el afán por el trabajo y otras ocupaciones, ofusca el criterio de
lo verdadero y lo justo. Las vacaciones son un periodo útil para
reponer fuerzas físicas, psíquicas y espirituales que posibiliten un
cambio en los aspectos de la vida que lo requieran.
Vive la reflexión: hay
que buscar espacio y tiempo para pensar en uno mismo. No tengas miedo de
reencontrarte contigo y vencer la superficialidad que produce el
ajetreo de la vida ordinaria. Para ello, no olvides los Evangelios que
te ayudarán.
Vive la alegre serenidad:
las diversiones distraen, los viajes alejan momentáneamente los
problemas. Pero la alegría permanente brota de tener la “casa interior”
en orden. Las vacaciones son un tiempo privilegiado para una “puesta a
punto”.
Vive la familia:
en una sociedad donde trabaja el padre y la madre fuera del hogar, los
hijos gozan poco de sus progenitores. El periodo vacacional puede
estrechar mucho más los lazos familiares, crecer en comunicación entre
sus miembros y ayudar a aquel que más lo necesite. Reza con tu familia.
Vive la amistad: las
relaciones entre los amigos necesitan su tiempo. Las vacaciones son un
momento propicio para acercar amistades, reparar olvidos, subsanar malos
entendidos, visitar al amigo enfermo y dedicar horas a disfrutar de las
buenas compañías
Vive la belleza de la fe: las vacaciones no se reduce a “campo, mar o montaña”. Hay que saber
captar la hermosura de las obras humanas que nos legaron nuestros
mayores. Este tiempo de asueto se puede gastar en cultivar la
sensibilidad hacia nuestro patrimonio histórico, artístico, cultural y
religioso que son expresiones de la vida de nuestros antepasados.
Vive el silencio: en él
logramos percibir las voces más significativas para nuestra realización
personal. Quienes aprecian el silencio se convierten en “maestros” del
escuchar y comunicar.
Vive la oración: tan
escasa por las múltiples ocupaciones, es ahora un momento para mayor
comunicación con el Señor y recibir de Él la fuerza y el estímulo para
nuestro camino diario.
Vive la creación:
en la época vacacional muchas personas tienen más oportunidad de
contemplar y valorar el hermoso espectáculo que cada día nos ofrece
gratuitamente la madre naturaleza donde está tan palpable la huella del
Creador. Dale gracias por habernos regalado esos espacios tan bellos.
Vive la solidaridad: en
vacaciones nunca se debe olvidar el amor a los pobres. Ello se
manifiesta en el austeridad en gasto y en el compartir, cuidando y dando
compañía a los mayores, apoyando interesantes actividades sociales y
pastorales en zonas.
Plegaria para unas vacaciones cristianas de verano
Señor Jesús, tú dijiste a tus discípulos
“venid conmigo a un lugar apartado y descansad un poco”,
te pedimos por nuestras vacaciones.
El afán de cada día multiplica nuestra vida
de quehaceres, urgencias, agobios, prisas e impaciencias.
Necesitamos el reposo y sosiego.
Necesitamos la paz y el diálogo.
Necesitamos el encuentro y la ternura.
Necesitamos la oxigenación del cuerpo y del alma.
Necesitamos descansar. Necesitamos las vacaciones.
Bendice, Señor, nuestras vacaciones.
Haz que sean tiempo fecundo para la vida de familia,
para el encuentro con nosotros mismos y con los demás,
para la brisa suave de la amistad y del diálogo,
para el ejercicio físico que siempre rejuvenece,
para la lectura que siempre enriquece
para las visitas culturales que siempre abren horizontes,
para la fiesta auténtica que llena el corazón del hombre. Haz que nuestras vacaciones de verano sean tiempo santo
para nuestra búsqueda constante de Ti,
para el reencuentro con nuestras raíces cristianas,
para los espacios de oración y reflexión,
para compartir la fe y el testimonio,
para la práctica de tu Ley y la de tu Iglesia,
para la escucha de tu Palabra,
para participar en la mesa de tu Eucaristía.
Tú vienes siempre a nosotros.
Tú siempre te haces el encontradizo.
Tus caminos buscan siempre los nuestros.
Haz que en las vacaciones de verano,
sepamos remar mar adentro y te encontremos a Ti,
el Pescador, el Pastor, el Salvador, el Hermano, el Amigo,
y encontremos a nuestros hermanos.
Juntos realizaremos la gran travesía de nuestras vidas.
En tu nombre, Señor,
también en vacaciones,
quiero estar dispuesto a remar mar adentro.
Ayúdame. Te necesito, también en vacaciones.
AMÉN
“venid conmigo a un lugar apartado y descansad un poco”,
te pedimos por nuestras vacaciones.
El afán de cada día multiplica nuestra vida
de quehaceres, urgencias, agobios, prisas e impaciencias.
Necesitamos el reposo y sosiego.
Necesitamos la paz y el diálogo.
Necesitamos el encuentro y la ternura.
Necesitamos la oxigenación del cuerpo y del alma.
Necesitamos descansar. Necesitamos las vacaciones.
Bendice, Señor, nuestras vacaciones.
Haz que sean tiempo fecundo para la vida de familia,
para el encuentro con nosotros mismos y con los demás,
para la brisa suave de la amistad y del diálogo,
para el ejercicio físico que siempre rejuvenece,
para la lectura que siempre enriquece
para las visitas culturales que siempre abren horizontes,
para la fiesta auténtica que llena el corazón del hombre. Haz que nuestras vacaciones de verano sean tiempo santo
para nuestra búsqueda constante de Ti,
para el reencuentro con nuestras raíces cristianas,
para los espacios de oración y reflexión,
para compartir la fe y el testimonio,
para la práctica de tu Ley y la de tu Iglesia,
para la escucha de tu Palabra,
para participar en la mesa de tu Eucaristía.
Tú vienes siempre a nosotros.
Tú siempre te haces el encontradizo.
Tus caminos buscan siempre los nuestros.
Haz que en las vacaciones de verano,
sepamos remar mar adentro y te encontremos a Ti,
el Pescador, el Pastor, el Salvador, el Hermano, el Amigo,
y encontremos a nuestros hermanos.
Juntos realizaremos la gran travesía de nuestras vidas.
En tu nombre, Señor,
también en vacaciones,
quiero estar dispuesto a remar mar adentro.
Ayúdame. Te necesito, también en vacaciones.
AMÉN
Originalmente publicado por Revista Ecclesia